Motivación para salir ganando
Muchas veces nos enorgullecemos de haber encontrado relaciones sanas en las que nos tratan de igual a igual. Donde las peticiones se han convertido en concesiones por ambas partes y hemos crecido sin pisarnos unos a otros. Otras veces, tenemos miedo al conflicto por pedir lo que nos corresponde. Nos encontramos negativas en bloque a nuestras peticiones y nos duele más la decepción del trato recibido que el hecho de no haber conseguido lo que queríamos. No hay que desfallecer, porque podemos conseguirlo, ya sea a medias o todo lo que nos habíamos propuesto. Es duro que una vez nos hemos atrevido a pedir, con el desgaste que supone, después los demás no lo cumplen. Por eso nos hace miedo pedir lo nuestro. La inquietud y el susto afloran. Pasados los años, a veces recapacitamos y nos duele habernos detenido, renunciado o regalado dedicación o tiempo a empresas, clientes o personas que no lo merecían. El rencor aparece pero no vale la pena permanecer en él. Será mejor depositar la energía y la confianza en nuevos proyectos y personas por las que somos bien tratadas y buscar nuestro camino allá donde verdaderamente nos valoren y nos sintamos bien. Hay días que ante comentarios o actitudes hirientes no actúas. En estos momentos valores si te compensa que te vayan empequeñeciendo o simplemente reflexiones que hay personas que están alejadas de tus valores y será difícil llegar a un punto intermedio. Miras en el horizonte y piensas que deberías haber cambiado el rumbo. Que tu carrera profesional ha quedado congelada, por la familia, por los compañeros, por tus superiores o los socios… o por realizar los trabajos asignados que no te han permitido proyectarte a ti misma ni enriquecido el alma. Al cabo del tiempo, tu espíritu no se rinde y sabes que el mundo tiene un rincón para ti, donde no hace falta que te den permiso para brillar, porque nadie podrá apagarte; porque el cielo es más hermoso cuando hay más estrellas que brillan.